Nació en Buenos Aires en 1894 y falleció en la misma ciudad en 1988. Autodidacta, su vocación se despertó siendo una niña, modelando fantasiosos personajes infantiles y animalitos, con los restos de la masa del pan casero en la antigua casona familiar de Río Cuarto, hoy, Museo Regional e Histórico. Su padre fue el General Ignacio Fotheringham, la personalidad histórica más encumbrada de la región, un inglés de familia católica, nacionalizado argentino, combatiente de la Guerra del Paraguay, lugarteniente del General Julio Roca en la Conquista del Desierto y gobernador militar del territorio de Formosa. Aunque su vocación como escultora y caricaturista se despertó tempranamente, quizá por herencia de un abuelo acuarelista, sólo a partir de los 40 años y al morir su esposo, el juez y literato, Benjamín Castellano, decidió dedicarse plenamente al arte, acercándose a los escultores consagrados como Luis Perlotti y José Bikandi. Su obra, moderna en lo técnico y en su resolución estética, estuvo siempre signada por la fuerte tradición histórica de su origen familiar, por su fe religiosa y en particular, por un profundo conocimiento del ámbito rural argentino, rescatando los tipos étnicos y las costumbres populares.